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LA HISTORIA DEL GRAN CICLISTA SANTI Y SU BICI ROJA

Sus Hazañas En La Plaza – El Record De Vuelta A La Manzana – La Aparición Del Abuelo Néstor - ¿Cómo Solucionar La Aparición Del Abuelo Néstor?


 

Santiaguito lo logró . . .

 

Desde noviembre de ese año Santiago esperaba a los Reyes Magos. Por “consejo” de sus padres le escribió una carta a Melchor, Gaspar y “Basaltar”. Se esmeró con la letra para que no existiese ninguna duda de lo que quería: “una bicicleta roja”. Faltaba un mes para el 6 de enero y, cuando iba a la plaza con la abuela, le mostraba a ella cómo sería su bicicleta y las cosas que haría.

Santi ya era un "gran conductor". Cuando iban a la casa de sus primos, Nacho su único primo varón, le prestaba su bici. Pero no era lo mismo. Esa no era SU bici. El necesitaba ser dueño.

Fueron muchos días pero la espera valió la pena.

La noche anterior a la llegada de los Reyes dejó sus zapatillas, los zapatos del cole, las ojotas de la playa y los botines de fútbol, por las dudas !! y colaboró con su mamá en la provisión de comida y agua para los camellos que pusieron en el balcón.

Y ahora, a esperar.

Es difícil dormirse en estas situaciones pero, finalmente el cansancio le ganó.

En ese momento aparecieron los papas, perdón los Reyes Magos, y delicadamente  colocaron la bici roja sobre los zapatos que había dejado Santi.

Se despertó muy temprano pero no se animó a ir solo al living. Fue al cuarto de los papis y con voz muy bajita al principio y, viendo que no se despertaban, con un poco más de fuerza logró que se levantaran de la cama.

 

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. . . su bici roja llegó.

 

Fueron los 3 de la mano y la cara de sorpresa, alegría y fascinación de Santi al ver SU BICI ROJA conmovió a Ricardo y Valeria. Fue corriendo, trató de subirse, le pidió ayuda a su papá, se tropezó por la ansiedad y finalmente lo logró. Era el rey, el supremo, el as del volante, era Santi y su bici roja. Si, SU bici roja.

Le pidió, rogó, imploró y volvió a pedirle a sus papas ir a la plaza. Eran las 8 de la mañana y lograron convencerlo que más tarde irían para estrenar el regalo.

No perdió tiempo. Trató de andar por el living pero en un espacio chico le resultó muy difícil. Llamó a la abuela para decirle que los Reyes habían cumplido y que eran “una masa” y que iban a ser su amigo para siempre y . . . y . . . tantas cosas más.

Santi, con sus 8 añitos, no dejó de ir a la plaza todos los días de enero. En febrero se fueron de vacaciones y, como no pudieron llevar la bici, no la quiso dejar sola en su casa y se la llevó a la abuela para “que se la cuidara”.

Los 15 días de vacaciones se transformaron en “1000 años” para Santiaguito. Cuando volvieron lo primero que le pidió a papá y mamá fue ir a ver su bici. No aguantaba más la ansiedad de subirse y recorrer, como una aventura intrépida y valerosa, la plaza del barrio.

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Las 100 vueltas a la plaza y el record de la vuelta a la manzana

 

Hasta que empezaron las clases todos los días a las 10 de la mañana su rutina consistía en dar una vuelta manzana (en el barrio donde vivían todavía era posible “esa libertad”) y luego recorrer “100 veces” la plaza. Había que arrastrarlo para volver a la casa.

Desde el mismo día que recibió su regalo, Ricardo y Valeria le hablaron sobre la responsabilidad que significaba tener esa bicicleta. Mirar bien para todos lados cuando iba por la vereda. No ir demasiado rápido. Nunca bajar a la calle con la bici. No correr carreras con otros chicos. Y, sobretodo, respetar a las personas que caminaban por la vereda.

Realmente fue sorprendente cómo asumió esa responsabilidad. Aunque día tras día “bajaba su record de vuelta a la manzana”, la mamá, la abuela y los vecinos lo vigilaban y podían confirmar su responsable forma de conducir.

 

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El abuelo Néstor y su rutina matinal

 

Néstor salía todas las mañanas a comprar el pan para hacerse las tostadas, porque, como el decía “no hay nada como el pan recién horneado para unas verdaderas y exquisitas tostadas con manteca y dulce de ciruela”. Y, a una persona de casi 80 años, mejor no discutirle sus ideas y creencias.

Y, como todo ex empleado público (“como los de antes, responsables y cumplidores”) tenía su rutina establecida. A las 9:30 salía de su casa, llegaba a la esquina, le compraba el diario a Manuel, charlaba 5 minutos del estado del tiempo o de fútbol, llegaba a la panadería, compraba un kilo de pan francés, salía del negocio, saludaba a Jorge, el portero del único edificio de la cuadra, y volvía para su casa. Llegaba a las 10:15 y Manuela, su esposa que estaba desde hacía más de 10 años en una silla de ruedas, lo esperaba para tomar el desayuno.

Generalmente se cruzaba con Santi antes de llegar a la puerta de su casa y lo saludaba haciendo un gesto como agitando una bandera de llegada.

Faltaba solo un día para el comienzo de las clases. Era la última mañana de “libertad”. Al día siguiente la rutina cambiaría y el uso de la bici se limitaría a los fines de semana.

Eran las 10:10 de la mañana. Néstor terminaba de hablar con Jorge. Santi acababa de dar vuelta la esquina y . . .

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¿ Dónde quedará la calle Azcona ?

 

Andrés estaba perdido. Tenía que ir a entregar un pedido en una ferretería en esa zona pero como nunca había ido antes no encontraba la calle. Llegó a esa esquina y buscó el nombre de la calle. Miró para un lado, miro para el otro pero no encontró ningún cartel, pero si “encontró un taxi” que estaba cruzando la calle justo, pero justo delante de él. Clavó los frenos. El chirrido de los neumáticos en el pavimento fue muy fuerte. Por suerte evitó chocar. El taxista le gritó algo, él pidió perdón y todo siguió normal o no tanto . . .

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Lo que nadie pensó que podía ocurrir, ocurrió ! ! !

 

El ruido de los frenos del auto en la esquina fue tan repentino y estridente que Santi se sorprendió y miró para atrás.

Néstor, que estaba a punto de entrar a su casa, quiso mirar qué había pasado en el preciso momento que Santi pasaba con la bici mirando para la esquina.

Los vecinos que vieron la escena no podían creerlo. Santi con su bici golpeó en la pierna a Néstor quien cayó hacia la puerta de su casa. Santiago “volaba” por arriba de la bici y caía cerca de un árbol. El diario y el pan estaban tirados por toda la vereda. Los gritos de Néstor y de Santi eran estremecedores. Julia, una vecina de enfrente que estaba barriendo la vereda, salió corriendo para levantar a Santi que lloraba como loco y tenía una rodilla, una mano y la nariz ensangrentadas. A Néstor lo ayudó Jorge, el encargado. Los signos de dolor eran desgarrantes. No lloraba pero no podía hablar. De adentro de la casa Manuela gritaba pidiendo que alguien le dijera que estaba pasando.

Como Santi tardaba en llegar Valeria se preocupó y fue hasta la esquina y vio la escena. Salió corriendo a buscarlo. Santi lloraba por las lastimaduras pero más por los nervios de la situación. Vio también a Néstor tirado en la vereda agarrándose una pierna y con signos de dolor.

Otro de los vecinos le pidió a Manuela el teléfono del servicio de urgencias de su obra social. Ella se lo dio llorando y desesperada porque todavía no sabía lo que realmente le había pasado a su esposo.

Valeria llevó a Santi a su casa, sacó el auto del garage y lo llevó a la clínica para que lo revisaran. Afortunadamente solo tuvo unos pequeños golpes y raspaduras pero nada serio. Ricardo que había llegado presuroso al sanatorio y su esposa respiraron aliviados.

Por el otro lado la cosa no era tan favorable. La ambulancia llegó a los 10 minutos. Lo llevaron al hospital y luego de varias radiografías comprobaron lo peor: fractura de cadera y varias lesiones en la pierna, con una quebradura incluida.

Néstor y Manuela tenían un solo hijo que había fallecido hacía muchos años y 2 nietos que se habían radicado en el exterior. Vivian solos en su casa. Varios vecinos se ofrecieron para acompañarlo en el hospital y otros para ayudar a Manuela en su casa.

Ricardo averiguó donde estaba internado Néstor y a los 2 días fue a visitarlo y a ponerse a disposición de ellos para cualquier problema y necesidad que tuvieran.

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"¿ Soy responsable de lo que hizo Santi ?"

 

El día anterior Ricardo me llamó a la oficina para relatarme lo que había ocurrido. Le pedí encontrarnos en su estudio al día siguiente para preparar la denuncia de este hecho e informar a la aseguradora todo lo que había sucedido.

Me preguntó: “Pero, Carlos, yo soy responsable de lo que hizo Santi”.

“Sin dudas”, le dije, “por eso te recalqué tantas veces la importancia de estar protegido por cualquier situación de este tipo. Por suerte, o por mi perseverancia, hace 2 años que incluimos en la póliza del seguro de tu casa, la cobertura de “responsabilidad civil por hechos privados”. Ahora quedate tranquilo y avisame si recibís algún reclamo de tu vecino”.

 

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Llegó la demanda . . .

 

Santi “abandonó” por un tiempo a su bici. Como me dijo Valeria. “quedó traumatizado”.

Néstor fue operado de la cadera y de las otras lesiones. Pasó un mes en el sanatorio y, cuando volvió  a su casa necesitó el auxilio de una enfermera permanente.

Su jubilación y la de su esposa no le alcanzaba para “esos lujos imprescindibles”.

Asesorado por un abogado demandó a los padres de Santi por un monto cercano a los $ 100.000.-

 

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Llegó la solución . . .

 

Cuando Ricardo recibió la carta documento donde lo citaban para una mediación me la trajo tal como le había pedido.

Llevé esa documentación a la aseguradora quien, a partir de ese momento se ocupó de todos los trámites y presentaciones judiciales.

Néstor recibió el dinero reclamado para poder pagar todos los gastos que le demandó su recuperación y pudo, afortunadamente, pese a su edad y con la ayuda de un bastón, volver a salir todas las mañanas a comprar el diario, el pan para las tostadas y a charlar con Jorge, el encargado.

Los sábados a la mañana se encuentra con Santi en la plaza. Charlan un ratito y después de recibir unos caramelos parte raudamente con su . . . monopatín, también regalo de los Reyes Magos.

 

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¿ Final feliz ?

 

Sin ninguna duda, a pesar de los sufrimientos que padeció Néstor para recuperarse y los traumas de Santi para volver a subirse a una bici.

Piense un instante: si Ricardo no hubiese tenido contratado un seguro que lo protegiera ante este tipo de reclamos, ¿ qué hubiera pasado ?.

Valeria y Ricardo son una familia de clase media con una casa de 90m2, un auto de 7 años de antigüedad, que trabajan ambos y lo que pueden ahorrar le alcanza solo para irse 15 días de vacaciones una vez al año.

Si no hubiese contratado este seguro su vida hubiese sido otra. Además del “cargo de conciencia” por las lesiones que sufrió su vecino no le hubiese alcanzado el dinero que juntaban para pagarle los gastos que las operaciones y la rehabilitación le demandó a Néstor.

Como me dijo Valeria: “Si no hubiéramos tenido este seguro no se cómo le hubiéramos podido pagar a Néstor la operación y, te juro, yo me tendría que haber mudado porque no tendría “cara” para seguir viviendo en el barrio y haber dejado a una persona postrada en una cama, sola, sin ayuda.” 

Pero Néstor tampoco la hubiese pasado bien. Sin dinero extra y con su esposa con discapacidad y sin hijos para ayudarlo, ¿ qué hubiera sido de ellos ?.

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¿ De dónde surge la responsabilidad civil por nuestros actos ?

 

Más tranquilo, cuando todo pasó, le expliqué a ambos de donde surge esa responsabilidad

El Código Civil establece que (art.1109) Todo el que ejecuta un hecho, que por su culpa o negligencia ocasiona un daño a otro, está obligado a la reparación del perjuicio . . .” En el art. 1114 se aclara que “El padre y la madre son solidariamente responsables de los daños causados por sus hijos menores que habiten con ellos, sin perjuicio de la responsabilidad de los hijos si fueran mayores de diez años. En caso de que los padres no convivan, será responsable el que ejerza la tenencia del menor, salvo que al producirse el evento dañoso el hijo estuviere al cuidado del otro progenitor.”

Existen muchísimos casos en los cuales somos responsables de hechos protagonizados por nuestros hijos, nuestras mascotas o por nosotros mismos.

Le comenté a Ricardo que en julio de 2006 se dictó una sentencia judicial en la cual se condenaba al dueño de un perro que había lastimado a un chico en la cara a pagar una suma de $ 60.000 por ser considerado responsable de esas lesiones.

Esto no es descabellado ni una locura. Además de ser razonable que el dueño pague por los daños o lesiones que su mascota provoca, el Código Civil hace referencia a este tema muy claramente:

Art.1124.- El propietario de un animal, doméstico o feroz, es responsable del daño que causare. La misma responsabilidad pesa sobre la persona a la cual se hubiere mandado el animal para servirse de él, salvo su recurso contra el propietario.

Art.1126.- La responsabilidad del dueño del animal tiene lugar aunque el animal, en el momento que ha causado el daño, hubiere estado bajo la guarda de los dependientes de aquél. No se salva tampoco la responsabilidad del dueño, porque el daño que hubiese causado el animal no estuviese en los hábitos generales de su especie.

Evidentemente si tenemos en nuestra casa alguna mascota (entendiendo como tal a los perros y gatos y no a un yacaré, víbora de cascabel o un oso polar ! ! !) debemos cuidar que no produzcan daños a los vecinos, peatones o otros animales domésticos. Si ocurriera un accidente de este tipo, no quedan dudas: somos responsables de los daños que hayan provocado.

A pesar de todas las precauciones y medidas que podamos tomar para que las mascotas no nos hagan pasar un mal momento siempre está latente el comportamiento no previsible de cualquier animal.

 

 

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Y, ¿qué solución tenemos ante este tipo de situaciones?

 

Nuestros hijos, nuestras mascotas o nosotros mismos podemos ocasionar daños a bienes o lesiones a terceras personas.

La solución más adecuada es contratar un seguro de RESPONSABILIDAD CIVIL llamado POR HECHOS PRIVADOS que cubre las responsabilidades que tenemos como padres, dueños de animales domésticos o por nuestro accionar en nuestra vida privada.

Esta póliza es importante porque también cubre, además de la responsabilidad civil por todos los hechos privados (no vinculados con nuestra labor profesional, comercial, industrial o laboral), las de nuestro grupo familiar (esposa/o, hijos) y de nuestros dependientes (personal doméstico, jardinero, piletero, etc).

Por ejemplo el costo de este seguro por un monto de $ 60.000 (lo que debió pagar el dueño del ovejero alemán)  es de $ 90 por año.

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Algunos otros casos típicos . . .

 

- el pelotazo que rompe un vidrio y que lesiona al ocupante del lugar

- un almuerzo o cena con amigos o conocidos que provoca una intoxicación por alimentos en mal estado (falta de la cadena de frío, contaminación cruzada con otros alimentos u otros problemas similares) de muy difícil detección o verificación.

- una piedra que "vuela" al cortar el césped con la cortadora eléctrica y golpea a un vecino o transeúnte.

Los riesgos son muchos (y, a veces, insólitos) pero la responsabilidad no la podemos eliminar. Aquí volvemos el Código Civil: “Todo el que ejecuta un hecho, que por su culpa o negligencia ocasiona un daño a otro, está obligado a la reparación del perjuicio.”

Si Ud. tiene contratado por nuestro intermedio un seguro para su hogar se puede incluir esta protección en cualquier momento (no es necesario esperar el vencimiento de la póliza ! ! !).

 

Si no tiene un seguro este puede ser un "buen momento" (como dice un periodista deportivo) para pensar en contratarlo.

Una póliza de seguro le brinda seguridad económica, tranquilidad mental y  protección financiera.

 

 

Repito lo que me dijo el esposo de Catalina (vea en el ¿Porqué del Grito de Catalina?) “Si no fuera porque vos me volviste loco con el tema de hacer un seguro para mi casa, si no fuera por tu perseverancia, por no aflojar a pesar de mis negativas, hoy no se que haría, porque fue mucha plata la que hubiera perdido”.

Por supuesto que ni a Ud ni a mi nos gusta pensar en hechos o momentos desagradables. Nadie sale de su casa pensando que el volver pueda encontrarla hecha un montón de cenizas o sin todos aquellas cosas, grandes o pequeñas que fuimos comprando a lo largo de los años o que podamos encontrar debajo de la puerta de entrada una citación por algún tipo de hecho en el cual podríamos ser responsables. 

 

Ni Ud. ni yo pensamos en esas cosas. Pero el hecho que no pensemos no significa que no puedan ocurrir.

 

 

No deje que todo eso se pierda por no tomar una decisión simple, fácil y, sobretodo, económica.

 

Dicen que la tranquilidad mental no tiene precio. Le puedo asegurar que si lo tiene y es muy económico !!!

 

 

Cómo en el caso de los seguros integrales para su hogar (vea en el ¿Porqué del Grito de Catalina?) le ofrecemos NUESTRA GARANTIA PERSONAL 

 

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A partir de ese momento no deberá pagar ni un centavo más y, en el caso que haya abonado proporcionalmente más de lo que corresponde, le reintegramos esa diferencia !!!.

 

La única salvedad es que al abonarse a través del débito en tarjeta de crédito o débito bancario el pago de un período en el cuál estaba vigente su póliza puede producirse después del momento de su pedido de rescisión. En ese caso se efectuará el débito y, como dijimos antes, si ese pago implica haber abonado en exceso le reintegraremos la diferencia.

   

 

 

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(LA DECISIÓN QUE TOMARON RICARDO Y VALERIA EN ESE MOMENTO LES PERMITIÓ EVITAR MODIFICAR EL ESTILO DE VIDA QUE PROYECTARON PARA SU FUTURO.

NO ESPERE QUE SEA DEMASIADO TARDE.
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Le sugerimos que lea también:  ¿El porqué del grito de Catalina ?  y La desesperación de Amanda .

 


 

 


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Carlos E. Colombo

 

 

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